Un hombre de unos treinta años, derivado por una colega por falta de progreso debido a sus “expresiones delirantes”, llega a la consulta de G. Nardone. Dice tener un problema con un compañero del trabajo que, según explica a G. Nardone, “tiene un poder magnético que aspira su energía vital y le deja vacío y roto.”
Nardone, como de costumbre, pone el acento en las soluciones intentadas por el paciente y le pregunta cómo había intentado impedir, hasta ese momento, que eso pasara. Responde que ha intentado “resistir”, que ha atacado verbalmente a su colega pero que este siempre permanecía de piedra y que había terminado siempre por ganar y absorber su energía. Como es fácil imaginar, el colega seguramente se sentía intimidado y prefería guardar silencio para evitar una escalada. Después de escuchar atentamente, Nardone sugirió una representación metafórica de la situación:
-Si le he entendido bien, es como si este colega tuviera un imán que atrajera su energía hacia él, y lo hiciera siempre que está a su lado.
-Exactamente doctor, es un imán que aspira…
-Si es un imán, cómo se puede impedir que un imán atraiga la energía.
- ¡Un vaso, se necesita un vaso! Exclamó. Los imanes no pueden atraer al cristal.
- Sí, respondí. Pero hay otras sustancias que funcionan igual de bien contra los imanes. Por ejemplo, el celofán. Fabríquese un traje de celofán y póngaselo debajo de la ropa.
Refiere Giorgio Nardone: “El paciente me miró con una extraña sonrisa de satisfacción cuando nos despedimos”.
A la semana siguiente vuelve y le dice a G. Nardone que se siente tan fuerte como un león. El plan había funcionado. Su energía ya no era aspirada. Había pasado calor con el traje, no era cómodo, pero lo importante era que el efecto-imán había sido contrarrestado. Otro efecto, sigue contando el paciente, es que una vez que su percepción hubo cambiado, el hombre-imán parecía haber cambiado a tal punto que ahora le daba un poco de pena.
Nardone reenvió el caso a su colega, quien, tiempo después, le refirió que el paciente no había vuelto a expresar "ideas extrañas". (Caso extraído de Psychosolutions. Comment résoudre rapidement les problèmes humaines complexes)
Nardone, como de costumbre, pone el acento en las soluciones intentadas por el paciente y le pregunta cómo había intentado impedir, hasta ese momento, que eso pasara. Responde que ha intentado “resistir”, que ha atacado verbalmente a su colega pero que este siempre permanecía de piedra y que había terminado siempre por ganar y absorber su energía. Como es fácil imaginar, el colega seguramente se sentía intimidado y prefería guardar silencio para evitar una escalada. Después de escuchar atentamente, Nardone sugirió una representación metafórica de la situación:
-Si le he entendido bien, es como si este colega tuviera un imán que atrajera su energía hacia él, y lo hiciera siempre que está a su lado.
-Exactamente doctor, es un imán que aspira…
-Si es un imán, cómo se puede impedir que un imán atraiga la energía.
- ¡Un vaso, se necesita un vaso! Exclamó. Los imanes no pueden atraer al cristal.
- Sí, respondí. Pero hay otras sustancias que funcionan igual de bien contra los imanes. Por ejemplo, el celofán. Fabríquese un traje de celofán y póngaselo debajo de la ropa.
Refiere Giorgio Nardone: “El paciente me miró con una extraña sonrisa de satisfacción cuando nos despedimos”.
A la semana siguiente vuelve y le dice a G. Nardone que se siente tan fuerte como un león. El plan había funcionado. Su energía ya no era aspirada. Había pasado calor con el traje, no era cómodo, pero lo importante era que el efecto-imán había sido contrarrestado. Otro efecto, sigue contando el paciente, es que una vez que su percepción hubo cambiado, el hombre-imán parecía haber cambiado a tal punto que ahora le daba un poco de pena.
Nardone reenvió el caso a su colega, quien, tiempo después, le refirió que el paciente no había vuelto a expresar "ideas extrañas". (Caso extraído de Psychosolutions. Comment résoudre rapidement les problèmes humaines complexes)